Dentro del circuito subte, cuando alguien sacaba un fanzine, auguraba sin temor a equivocarse un hola y chao, un llegaste y ahora te vas. Porque muy pocos llegaron a salir de ese primer número que de efímero parecía ser ya póstumo. De los que pasaron esa barrera recuerdo a Termonuclear zine, de los hermanos Vidal, o la Cuero Negro del recordado «Pino» y Oscar Reátegui, entre otras.
Los fanzines generalmente eran de música, algo de poesía, cultura alternativa o comics. Pero muy pocos fueron exclusivamente de poesía y literatura, y sobre todo, exclusivas en el culto con un escritor en especial. Es el caso de Poetas del Asfalto.
Por lo que sé, este fanzine siempre estuvo vinculado a la figura de Charles Bukowski, pero también a aquellos poetas que de eructar versos, también eructan alcohol en su eterna bohemia de calles y bares. Sobre todo su equipo de editores. Pero más allá de esa costumbre, nada ajena a aquellos que crecimos en las sucias calles, como siempre nos recuerda Richi Lakra, por sus fotocopiadas páginas han pasado poemas y artículos interesantes.
Y ahora llega a mis manos el número 50, haciendo de este fanzine el más longevo de los que se hayan editado en el Perú, si es que no me equivoco. Son doce años que no han sido por las huevas. Además coincide con el medio centenar de la existencia de ese pequeño y esmirriado ser. Aquel blablador que se dirige siempre a su interlocutor con un Doctor o te refuta con un respetuoso: "usted es un desgraciado". Hablo de Richi Lakra.
Subte convicto, confeso y también confuso, el Lakra ha ido batallando con su fanzine bajo el brazo a lo largo de estos años. Asiduo circunstante de los conciertos subtes del «Hueco», la peña «Huascarán», y todos esos escasos recitales donde una sorpresiva batida policial era el motivo común para que acabaras durmiendo en una comisaría de Lima.
Con su célebre grupo de poetas suicidas del cerro El Pino, llamados los Caballeros de la Mesa Cuadrada, entre los cuales se encontraban el «Ángel de Mierda» (fallecido) y el «Ochandarte», entre otros, se vinculó a la mancha de los Eutanasia. Tanto así que un incendiario manifiesto iniciaba la primera y única maqueta de los eutanásicos. Es más, la letra de ese himno punk titulado "Ratas callejeras" fue coescrita por ese bebedor empedernido de tragos con sabor a chinaskis y Bukowskis. Escritor por el cual tiene tal devoción que no dudó en bautizar a su hija con el nombre de uno de los libros del gran viejo indecente: Barfly (Mosca de bar).
Reconocido por muchos y ninguneado por muchos más, el Lakra de alguna u otra forma es parte de esa historia inédita del movimiento subterráneo. Por eso va este reconocimiento a su inclaudicable compromiso con sus poetas del asfalto y también a los que lo acompañan, como Lucho el «Primo» Mujica; el excelente dibujante Fernando Laguna; Charles «Velorio» Barzola; Junior «Rotten», Hans «Polilla», entre otros.
Y así, algunos lo consideren un loco de los bares, un poeta del racumín, un hablador del smog o un alucinado de las veredas, podemos decir que el buen Richi Lakra, o Ricardo Vega como prefieran, es parte de esta Lima caótica y cada vez más peligrosa. Pero entrañablemente acogedora, para los que aprendimos a caminar por sus calles entre ritmos de punk rock, versos de Jack Kerouac y el filo, cada vez más cortante, de la navaja.
Fuente:
Generación Cochebomba (blog), mar. 16 de 2009.