Exactamente un año después de la última posteada -la cual hacía alusión a la conmemoración de los veinte años transcurridos desde la desaparición de la movida del Rock Subterráneo-, retomamos el proyecto del blog con la intención de no abandonarlo más. Así que, sin mayor trámite, presentamos una nota publicada en un diario de circulación nacional el año de 1989, referido a un concierto organizado por ex miembros del ya por entonces desaparecido movimiento poético 'Kloaka' en el centro de Lima y en cual se presentaron las bandas Eutanasia y Sor Obscena.
Las gracias a Nicolás Morales, guitarrista de Eutanasia, quien nos facilitó muy gentilmente la copia que hoy reproducimos.
Las gracias a Nicolás Morales, guitarrista de Eutanasia, quien nos facilitó muy gentilmente la copia que hoy reproducimos.
VIAJE DE SUBTERRÁNEOS EN LA KLOAKA
TARDÍO HAPPENING ASOLÓ LIMA (por Alberto BOURONCLE)
El objetivo era la toma ritual de la plaza San Martín bajo un confuso llamado de «Canto a la vida», pero los sucesos de la plaza Manco Cápac obligaron a un cambio imprevisto. Roberto Bernal, nuestro reportero gráfico, ya intuía esta reacción cuando cruzábamos por las inmediaciones de la torre de Lima. En la plaza, un grupo de personas rodea a un músico botellero mientras un guardia saca a unos chiquillos de la pileta. Al fondo, una solitaria tanqueta nos recordaba la inminencia del paro armado. Pero también está la gente caminando despreocupada, pasando su feriado en la plaza San Martín. Algo se avecina.
Después de un rato recidimos ir a la dirección de los hechos: los altos del cine Le París. Junto a los afiches de «La tía de Mónica» están los de «tanatos go home». Tenemos que cruzar la cortina metálica que vigila un atemorizado guachimán. En la puerta hay gente, el lugar les parece raro, pero esperan una señal.
Más allá de la puerta está PP-Lucho del grupo NN conversando con Mary Soto. Entramos junto con una collera de «punks» o subterráneos. La estrecha escalera tiene pistas a ambos lados; un «pollo» para cada lema es la respuesta de los subtes.
En el segundo piso hay más gente, el color predominante es el negro, algo fúnebre para un canto a la vida. Algunas botellas de Cien Fuegos, vacías y a medio tomar, parecen ser preludio de una juerga brava, un «happening» a carta cabal.
Esta es la respuesta a una situación en la que impera la muerte, queremos hacer un homenaje a la vida, nos dice Mary Soto -ex Kloaka- abrazando a su pequeña hija. Son las cinco y media y la gente todavía sigue llegando. Por allí se aparece Roger Santiváñez, poeta todo de negro con lentes oscuros. Este es un evento que no busca institucionalizarse, ha surgido por la coyuntura, es espontáneo. Lo que esperamos es volver a coincidir, tercia Mary.
El local ha sido prestado gratuitamente por un mecenas. Aquí funciona una academia preuniversitaria así como una pequeña escuela de arte. Domingo de Ramos, vate subterráneo, es uno de los organizadores; él se encuentra resentido por la forma en que se le adjetivó después de los sucesos de la embajada soviética. "¿Cómo voy a faltar a Pablo Guevara si él ha presentado mi libro?", trata de disculparse.
A las seis de la tarde el pequeño local está casi lleno y se puede notar las diferentes colleras. Un grupo de chicas sanmarquinas conversan casi a la entrada; se enteraron de esta performance cuando caminaban por la Colmena buscando algo que hacer. Afirman que les parece buena idea hacer un espectáculo por la vida. "Esto se parece a lo que se hacía en la Carpa Teatro, hasta se ven las mismas caras", dicen entre mohines.
Al parecer, se trata de hacer un rescate de la estética de los ochenta aunque algunos de los exponentes parecen pertenecer a la generación anterior. Es evidente que no existe una corriente definida, cosa que los participantes destacan con orgullo.
El programa empieza con Clara Petrozzi al violín. Le pasó la voz César Ángeles y a ella le pareció bien la idea de hacer un homenaje a la vida. En su presentación se refiere a la aparente contradicción de "tocar a la vida" con música de compositores muertos hace tanto tiempo. Tres piezas después, subtes e intelectuales por igual aplauden a rabiar. El auditorio está a tope y es el turno del grupo Eutanasia, que se presenta con una posición crítica (empezando por el nombre). Lo hacen muy bien, tienen fuerza y ritmo, admás cuentan con su hinchada incondicional. Terminan de tocar y se quitan con ellos la mayoría de panqueques.
"Dicen que es un recital por la vida, pero mirarles las caras todos seriazos parece un velorio", nos dice el vocalista Kike 'Excomulgado', "y disculpa, pero hace frío y queremos tomar unos tragos pa' calentarnos".
El turno es del grupo Sor Obscena. Ellos hacen una música con apoyo del teclado, no tiene la fuerza de Eutanasia pero sí algo más de técnica. El micro de la voz es muy malo y los textos no se entienden para nada. En la sala del costado ya hay un pasafdo de vueltas y casi hay bronca, pero Mary soluciona el incidente.
Entre tanto, los poetas aguardan su turno para leer. Por allí están Rafo Dávila, César Ángeles, Edián Novoz, Domingo de Ramos y el propio Santiváñez. Antes le toca el turno a un grupo de teatro Ulkadi, que empieza con música de Pink Floyd. «Time», la obra, al parecer creación colectiva, quiere demostrarnos el fracaso del esquema del "flower power" frente a la realidad cotidiana enfrentando a un burócrata ansioso por no llegar tarde a un trabajo y a un hippie excesivamente irónico. El resultado es contradictorio y las no-respuestas del hippie parecen más convincentes que el drama del burócrata. Después de leer un largo y aburrido manifiesto, la gente aplaude; "no han debido aplaudir", alega el actor Memo Gutiérrez, "métanse sus aplausos al poto".
Cuando les corresponda a los poetas leer, más de la mitad de la gente ya se ha ido. Son casi las nueve y algunos se muestran un poco desilusionados, pero sólo un poco. Saben que lo suyo es lo más difícil, que no atraen multitudes.
Quizá hicieron mal en dejar las lecturas para el final, pero así se evitan las iras de los subtes que suelen ponerse violentos a la menor provocación. "Ya los vamos a tranquilizar", asegura Domingo.
Fuente:
El Nacional (Lima), nov. 5 de 1989, pág. 43. Las fotografías de la nota original son de Roberto Bernal.