Hace un año publicamos una nota sobre Martín Serna Ponce, militante y dirigente del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) -y más conocido en la movida subte como el 'Munrra',- a raíz de una denuncia realizada por el diario Correo sobre su fuga de prisión en Bolivia y su posible residencia en la Venezuela de Hugo Chávez. Presentamos ahora un texto publicado anónimamente el año 2000 por un anarcocomunista limeño como réplica o aclaración a lo declarado por Serna en una entrevista concedida el año anterior durante su reclusión. En ella, su autor denuncia un supuesto oportunismo ideológico por parte del MRTA, al declarar éste su adhesión al "pensamiento libertario", a la vez que denuncia el carácter reformista o socialdemócrata de su línea política.
CUANDO EL MRTA SE PINTA DE NEGRO
El presente artículo es apenas un avance de un tema que posteriormente ha de ser tratado con mucha mayor profundidad y extensión. Se lo publica vista la necesidad urgente de deslindar con quienes, pretendiéndose portadores de "ideales libertarios", no han hecho durante todo este tiempo sino luchar por una opción democrática que no representa ninguna alternativa real a los sucesivos cambios que en la gestión del Estado y el Capital se han venido dando. No pretendemos desconocer el valor de quienes, voluntaria e involuntariamente(levas), se han visto involucrados en este proceso, ni negar la terrible represión de la que han sido objeto los militantes del MRTA y las condiciones infrahumanas en las que subsisten tanto ellos como todos lo demás presos políticos (¿qué preso no lo es?). Lo que queremos es evitar que, bajo el ropaje de la "autonomía", se introduzcan de contrabando en los medios realmente autónomos consideraciones y propuestas ajenas a sus reales objetivos, esto es: la abolición de todo gobierno y de las relaciones y formas de producción capitalista.
En el número 32 de la publicación LLAR, correspondiente a febrero de 1999, se incluyeron fragmentos de una entrevista realizada en penal de Chonchocoro, en Bolivia, a Martín Serna Ponce, preso del MRTA. En esta entrevista MSP sostiene una serie de opiniones que, en tanto se hallan referidas a hechos de los cuales somos partícipes y testigos presenciales o a nuestras opciones libertarias, anarquistas, autónomas o como se las quiera llamar, creemos merecen un análisis detallado, que a continuación ensayamos:
1. "La guerra es el único camino que nos impone la dictadura (fujimorista)." El MRTA eligió el camino de la lucha armada desde comienzos de los ochenta, asumiéndola como "consecuencia natural que se deriva de cientos de años de explotación colonial y neocolonial" ("EL MRTA y la revolución peruana", mayo de 1985) y también como una respuesta a la explotación y a la guerra sucia que viniera implementándose durante el segundo gobierno de Belaunde (AP) y el primero de Alan García (APRA), ninguno de los cuales habría podido ser calificado entonces, en el sentido que no habían quebrantado el marco democrático-constitucional (como sí lo hizo Fujimori), como "dictaduras". ¿Significa esto que el MRTA reconoce en la democracia burguesa una de las formas de la dictadura del capital, como lo hacemos nosotros? NO, y una prueba de ello son sus TRES intentos por entrar a la legalidad de la vida política peruana (cabe decir, en la legalidad de la democracia burguesa) a mediados de 1985 (diálogo y suspensión de acciones militares por cuatro meses), a mediados de 1990, cuando buscó "una conversación más asequible, pero no duró ni un año" con el régimen fujimorista (entrevista a Juan Carlos Caballero y MSP para la revista Brecha de Uruguay, enero de 1997) y, más recientemente, a través de la toma de la embajada de Japón, en Diciembre de 1996.
De hecho, el MRTA, tanto en presente como en el pasado, ha reivindicado la democracia. Pero, ¿cómo concibe el MRTA la democracia, su "sueño a largo plazo"? MSP concibe por tal "[la] igualdad, que todos pueden llevarse algo a la boca [...], poder elegir a alguien y también destituirlo [...], la no utilización del Estado en función de un grupo económico, [...] la participación del pueblo", el fin de la extrema miseria, la mortalidad infantil y de la recesión económica. Al leer esto, se hace evidente que se está aludiendo a una situación que difícilmente podría darse en una sociedad como la nuestra, a la que MSP indistintamente califica como dictadura o democracia ficticia, mediante el uso de la legalidad. ¿Cómo explicar entonces la apuesta del MRTA por la legalidad en ausencia de tales condiciones democráticas (ausencia que habría hecho explicable su lucha armada)? En verdad, la contradicción mencionada existe sólo a un nivel retórico: en lo esencial, la democracia "auténtica" que el MRTA proponía en 1991 (y propone aún) y la democracia burguesa de la cual en más de una oportunidad ha pretendido formar parte SON LA MISMA COSA. De hecho, todas las reivindicaciones incluidas en el documento de 1991 bajo el nombre de "Plataforma del pueblo peruano" (aumento de sueldos y salarios, servicios para el pueblo subsidios para los pobres, apoyo a la pequeña y mediana empresa, defensa de la soberanía nacional, etc.) son reivindicaciones legales, la búsqueda de cuya concreción no explica por sí el inicio de una "guerra revolucionaria", así como su incumplimiento y el mantenimiento de las condiciones de explotación y guerra sucia del pasado en el presente no explicaron entonces ni explican ahora la búsqueda de la legalidad. Si el MRTA inició su lucha es por que se veía a sí mismo como una opción de poder capaz de modificar el estado de cosas en el sentido antes descrito. En tanto pareció que tal o cual gobernante se comprometería con dicho cambio, el MRTA dejó de lado la acción armada, pues no era su interés acabar con el Estado ni la sociedad capitalista. Negada la posibilidad de tal compromiso, el MRTA reinició su lucha.
2. "(No) nos creemos los iluminados [como Sendero Luminoso] que hemos de conducir al pueblo hacia su liberación [...], los mejores entre los mejores, en el grupo de vanguardia". Más allá de los constantes llamados que el comité central de la organización le hiciese a sus bases con el ánimo de mantener la separación entre el ámbito político y militar, la subsumisión y el sacrificio progresivo e inexorable de las organizaciones populares por él infiltradas y de las organizaciones de fachada generadas para la captación de incautos a su aparato militar a partir de una lógica y de una dinámica concéntricas que, apuntando hacia adentro (las acciones militares) y no hace hacia fuera (la educación política de las mayorías), hallase en el "foco" guerrillero su eje y razón de ser no hace sino demostrar lo contrario a la afirmación de MSP. Lejos de ser "el embrión de la construcción de una organización mucho más grande" (MSP, Brecha, enero de1997), el MRTA ("una organización político-militar") ha sido siempre, con su centrismo foquista, el "punto de llegada" en un espiral de disolución que contribuyó a deshacer el movimiento popular para alimentar la "vanguardia", engullendo las fuerzas políticas de aquél en la aventura militar que éste iniciase en ausencia de condiciones objetivas que la justificase.
En efecto, en su documento de octubre de 1991 "¡Fujimori hambreador! ¡El pueblo vencerá!", el MRTA se presenta así mismo como la "vanguardia política" de "las masas y sus organizaciones democráticas y gremiales", "como orientador de la lucha reivindicativa, a la cabeza de la movilización y la autodefensa, y como garante de la justicia popular" y "como autoridad y garantía de victoria" en el contexto de un Frente Democrático Antiimperialista y Revolucionario a cuya cabeza él estaría. El que hoy en día, bajo la influencia del EZLN y no siendo ya una opción de poder, se presente deseoso de "otra forma de organicidad" sin abandono de las armas, no significa otra cosa más que el mantenimiento del clásico esquema organizativo partidario-vanguardista, marcado por la presencia de comandantes (de Cerpa Cartolini, diría MSP, "es el único hombre del MRTA que puede ser nuestro comandante") y direcciones nacionales, característicos de una organización vertical y vanguardista que niega toda autonomía real, incluso en lo que a una posibilidad de autocrítica local se refiere ("es la dirección nacional la que tiene que dar oficialmente la autocrítica", responde MSP cuando se le pregunta al respecto).
3. "En un inicio, la organización se consideraba marxista-leninista [pero] ahora esta corriente (el pensamiento libertario) es predominante en la organización". Ciertamente, la rigidez del discurso político y la original identidad política del MRTA pareciera haber cambiado a la luz de aseveraciones como estas, pero este cambio no obedece a una auténtica autocrítica y replanteamiento teórico respecto al leninismo de cariz guevarista que tuviese desde un comienzo, sino a un oportunismo demagógico. En efecto, la "apertura" de la organización hacia "gente que venía de diversas vertientes (teología de la liberación, social demócratas, indigenistas, anarquistas, etc.) y con distintas visiones de lo que debería de ser la orga "(MSP, Agitazión, 1999), se enmarca perfectamente en la lógica frentista del MRTA, una lógica que no pone en cuestión su dirección y peculiar interpretación de "la acción directa, la praxis" que, en un sentido aún leninista aunque un algo más "digerible", constituiría su elemento aglutinador. Esta pseudo apertura oportunista, deliberada en la ambigüedad ideológica proyectada hacia el exterior ha sido la condición que ha hecho posible el acercamiento de tales gentes, lo mismo que en el pasado la convocatoria del MRTA a "trabajadores del campo y la ciudad, a los desocupados y subocupados, a la juventud, a los profesionales y estudiantes, a los medianos y pequeños industriales y comerciantes, a los artesanos, a los religiosos comprometidos con el Cristo de los desposeídos, a los soldados y policías que no tengan las manos manchadas con la sangre del pueblo, sean oficiales o subalternos, es decir a todos aquellos peruanos- patriotas -(...)" ("¡Fujimori hambreador!...", 1991) hizo posible que hablasen de un Frente Democrático Antiimperialista y Revolucionario. Sólo a partir de este oportunismo demagógico se comprende que el MRTA afirme "nunca (haberse) adherido a una vertiente ideológica", pero nosotros nos preguntamos ¿de qué vale el no haber hecho explícita tal adhesión si en los hechos siempre han pensado y funcionado como una organización marxista-leninista?. El que ahora, hablando de sus "ideales libertarios”, afirmen que "el pensamiento libertario siempre ha sido lo predominante en nosotros (...) por que la mayoría de colectivos que apoyan y participan en la lucha tupacamarista, abrazan el ideal libertario: Autonomía, Autogobierno, Acción Armada", no hace sino confirmar nuestras opiniones, máxime cuando no se hace explícito un deslinde definitivo con las pretensiones de constituir un nuevo Estado y mantener las relaciones capitalistas.
4. "[Sumemos] esfuerzos en la creación de espacios autónomos de decisión y encuentro [...] desde donde podamos ejercer nuestro derecho a autogobernarnos". Ciertamente, el MRTA ha llamado desde temprano la constitución de un "poder popular" en barrios, asentamientos y comunidades campesinas (no incluimos a las comunidades indígenas de la selva amazónica, puesto que dichas comunidades no estaban ni están contempladas, ni convocadas dentro de su lucha, tan sólo como posibles miembros coaccionados de un ejército "popular"), de un "poder popular" con "dirigentes autónomos, unidades de autodefensa, etc.". Pero ¿cómo entendía (y entiende aún) el MRTA dichos espacios de "autonomía"? Pues como "zonas liberadas" en las que el "autogobierno", en ausencia del Estado, estaría militarmente tutelado por el MRTA, su "vanguardia política". Por lo demás, el resto del orden democrático burgués –es decir, del orden capitalista o del capital en sí– se mantendría intacto: "todas las propuestas de cambio y de sociedad así vengan de cualquier posición [serían] discutidas libremente respetándose el derecho tanto de las mayorías como de las minorías" convocadas a la lucha ("las fuerzas revolucionarias, democráticas y patrióticas", los "sectores, clases o fuerzas que en buena medida podrían ser aliados del pueblo en un proceso revolucionario"). En otras palabras, manteniéndose la "armonía de la sociedad de clases existente, mediante un reparto un poco más " justo" y "equitativo" de la riqueza social: la vieja fórmula reformista de la socialdemocracia de siempre.
Colectivo Autónom@Informativo C@I Lima Perú
Fuente:
A-Infos News Service (web), mar. 23 de 2000.
El presente artículo es apenas un avance de un tema que posteriormente ha de ser tratado con mucha mayor profundidad y extensión. Se lo publica vista la necesidad urgente de deslindar con quienes, pretendiéndose portadores de "ideales libertarios", no han hecho durante todo este tiempo sino luchar por una opción democrática que no representa ninguna alternativa real a los sucesivos cambios que en la gestión del Estado y el Capital se han venido dando. No pretendemos desconocer el valor de quienes, voluntaria e involuntariamente(levas), se han visto involucrados en este proceso, ni negar la terrible represión de la que han sido objeto los militantes del MRTA y las condiciones infrahumanas en las que subsisten tanto ellos como todos lo demás presos políticos (¿qué preso no lo es?). Lo que queremos es evitar que, bajo el ropaje de la "autonomía", se introduzcan de contrabando en los medios realmente autónomos consideraciones y propuestas ajenas a sus reales objetivos, esto es: la abolición de todo gobierno y de las relaciones y formas de producción capitalista.
En el número 32 de la publicación LLAR, correspondiente a febrero de 1999, se incluyeron fragmentos de una entrevista realizada en penal de Chonchocoro, en Bolivia, a Martín Serna Ponce, preso del MRTA. En esta entrevista MSP sostiene una serie de opiniones que, en tanto se hallan referidas a hechos de los cuales somos partícipes y testigos presenciales o a nuestras opciones libertarias, anarquistas, autónomas o como se las quiera llamar, creemos merecen un análisis detallado, que a continuación ensayamos:
1. "La guerra es el único camino que nos impone la dictadura (fujimorista)." El MRTA eligió el camino de la lucha armada desde comienzos de los ochenta, asumiéndola como "consecuencia natural que se deriva de cientos de años de explotación colonial y neocolonial" ("EL MRTA y la revolución peruana", mayo de 1985) y también como una respuesta a la explotación y a la guerra sucia que viniera implementándose durante el segundo gobierno de Belaunde (AP) y el primero de Alan García (APRA), ninguno de los cuales habría podido ser calificado entonces, en el sentido que no habían quebrantado el marco democrático-constitucional (como sí lo hizo Fujimori), como "dictaduras". ¿Significa esto que el MRTA reconoce en la democracia burguesa una de las formas de la dictadura del capital, como lo hacemos nosotros? NO, y una prueba de ello son sus TRES intentos por entrar a la legalidad de la vida política peruana (cabe decir, en la legalidad de la democracia burguesa) a mediados de 1985 (diálogo y suspensión de acciones militares por cuatro meses), a mediados de 1990, cuando buscó "una conversación más asequible, pero no duró ni un año" con el régimen fujimorista (entrevista a Juan Carlos Caballero y MSP para la revista Brecha de Uruguay, enero de 1997) y, más recientemente, a través de la toma de la embajada de Japón, en Diciembre de 1996.
De hecho, el MRTA, tanto en presente como en el pasado, ha reivindicado la democracia. Pero, ¿cómo concibe el MRTA la democracia, su "sueño a largo plazo"? MSP concibe por tal "[la] igualdad, que todos pueden llevarse algo a la boca [...], poder elegir a alguien y también destituirlo [...], la no utilización del Estado en función de un grupo económico, [...] la participación del pueblo", el fin de la extrema miseria, la mortalidad infantil y de la recesión económica. Al leer esto, se hace evidente que se está aludiendo a una situación que difícilmente podría darse en una sociedad como la nuestra, a la que MSP indistintamente califica como dictadura o democracia ficticia, mediante el uso de la legalidad. ¿Cómo explicar entonces la apuesta del MRTA por la legalidad en ausencia de tales condiciones democráticas (ausencia que habría hecho explicable su lucha armada)? En verdad, la contradicción mencionada existe sólo a un nivel retórico: en lo esencial, la democracia "auténtica" que el MRTA proponía en 1991 (y propone aún) y la democracia burguesa de la cual en más de una oportunidad ha pretendido formar parte SON LA MISMA COSA. De hecho, todas las reivindicaciones incluidas en el documento de 1991 bajo el nombre de "Plataforma del pueblo peruano" (aumento de sueldos y salarios, servicios para el pueblo subsidios para los pobres, apoyo a la pequeña y mediana empresa, defensa de la soberanía nacional, etc.) son reivindicaciones legales, la búsqueda de cuya concreción no explica por sí el inicio de una "guerra revolucionaria", así como su incumplimiento y el mantenimiento de las condiciones de explotación y guerra sucia del pasado en el presente no explicaron entonces ni explican ahora la búsqueda de la legalidad. Si el MRTA inició su lucha es por que se veía a sí mismo como una opción de poder capaz de modificar el estado de cosas en el sentido antes descrito. En tanto pareció que tal o cual gobernante se comprometería con dicho cambio, el MRTA dejó de lado la acción armada, pues no era su interés acabar con el Estado ni la sociedad capitalista. Negada la posibilidad de tal compromiso, el MRTA reinició su lucha.
2. "(No) nos creemos los iluminados [como Sendero Luminoso] que hemos de conducir al pueblo hacia su liberación [...], los mejores entre los mejores, en el grupo de vanguardia". Más allá de los constantes llamados que el comité central de la organización le hiciese a sus bases con el ánimo de mantener la separación entre el ámbito político y militar, la subsumisión y el sacrificio progresivo e inexorable de las organizaciones populares por él infiltradas y de las organizaciones de fachada generadas para la captación de incautos a su aparato militar a partir de una lógica y de una dinámica concéntricas que, apuntando hacia adentro (las acciones militares) y no hace hacia fuera (la educación política de las mayorías), hallase en el "foco" guerrillero su eje y razón de ser no hace sino demostrar lo contrario a la afirmación de MSP. Lejos de ser "el embrión de la construcción de una organización mucho más grande" (MSP, Brecha, enero de1997), el MRTA ("una organización político-militar") ha sido siempre, con su centrismo foquista, el "punto de llegada" en un espiral de disolución que contribuyó a deshacer el movimiento popular para alimentar la "vanguardia", engullendo las fuerzas políticas de aquél en la aventura militar que éste iniciase en ausencia de condiciones objetivas que la justificase.
En efecto, en su documento de octubre de 1991 "¡Fujimori hambreador! ¡El pueblo vencerá!", el MRTA se presenta así mismo como la "vanguardia política" de "las masas y sus organizaciones democráticas y gremiales", "como orientador de la lucha reivindicativa, a la cabeza de la movilización y la autodefensa, y como garante de la justicia popular" y "como autoridad y garantía de victoria" en el contexto de un Frente Democrático Antiimperialista y Revolucionario a cuya cabeza él estaría. El que hoy en día, bajo la influencia del EZLN y no siendo ya una opción de poder, se presente deseoso de "otra forma de organicidad" sin abandono de las armas, no significa otra cosa más que el mantenimiento del clásico esquema organizativo partidario-vanguardista, marcado por la presencia de comandantes (de Cerpa Cartolini, diría MSP, "es el único hombre del MRTA que puede ser nuestro comandante") y direcciones nacionales, característicos de una organización vertical y vanguardista que niega toda autonomía real, incluso en lo que a una posibilidad de autocrítica local se refiere ("es la dirección nacional la que tiene que dar oficialmente la autocrítica", responde MSP cuando se le pregunta al respecto).
3. "En un inicio, la organización se consideraba marxista-leninista [pero] ahora esta corriente (el pensamiento libertario) es predominante en la organización". Ciertamente, la rigidez del discurso político y la original identidad política del MRTA pareciera haber cambiado a la luz de aseveraciones como estas, pero este cambio no obedece a una auténtica autocrítica y replanteamiento teórico respecto al leninismo de cariz guevarista que tuviese desde un comienzo, sino a un oportunismo demagógico. En efecto, la "apertura" de la organización hacia "gente que venía de diversas vertientes (teología de la liberación, social demócratas, indigenistas, anarquistas, etc.) y con distintas visiones de lo que debería de ser la orga "(MSP, Agitazión, 1999), se enmarca perfectamente en la lógica frentista del MRTA, una lógica que no pone en cuestión su dirección y peculiar interpretación de "la acción directa, la praxis" que, en un sentido aún leninista aunque un algo más "digerible", constituiría su elemento aglutinador. Esta pseudo apertura oportunista, deliberada en la ambigüedad ideológica proyectada hacia el exterior ha sido la condición que ha hecho posible el acercamiento de tales gentes, lo mismo que en el pasado la convocatoria del MRTA a "trabajadores del campo y la ciudad, a los desocupados y subocupados, a la juventud, a los profesionales y estudiantes, a los medianos y pequeños industriales y comerciantes, a los artesanos, a los religiosos comprometidos con el Cristo de los desposeídos, a los soldados y policías que no tengan las manos manchadas con la sangre del pueblo, sean oficiales o subalternos, es decir a todos aquellos peruanos- patriotas -(...)" ("¡Fujimori hambreador!...", 1991) hizo posible que hablasen de un Frente Democrático Antiimperialista y Revolucionario. Sólo a partir de este oportunismo demagógico se comprende que el MRTA afirme "nunca (haberse) adherido a una vertiente ideológica", pero nosotros nos preguntamos ¿de qué vale el no haber hecho explícita tal adhesión si en los hechos siempre han pensado y funcionado como una organización marxista-leninista?. El que ahora, hablando de sus "ideales libertarios”, afirmen que "el pensamiento libertario siempre ha sido lo predominante en nosotros (...) por que la mayoría de colectivos que apoyan y participan en la lucha tupacamarista, abrazan el ideal libertario: Autonomía, Autogobierno, Acción Armada", no hace sino confirmar nuestras opiniones, máxime cuando no se hace explícito un deslinde definitivo con las pretensiones de constituir un nuevo Estado y mantener las relaciones capitalistas.
4. "[Sumemos] esfuerzos en la creación de espacios autónomos de decisión y encuentro [...] desde donde podamos ejercer nuestro derecho a autogobernarnos". Ciertamente, el MRTA ha llamado desde temprano la constitución de un "poder popular" en barrios, asentamientos y comunidades campesinas (no incluimos a las comunidades indígenas de la selva amazónica, puesto que dichas comunidades no estaban ni están contempladas, ni convocadas dentro de su lucha, tan sólo como posibles miembros coaccionados de un ejército "popular"), de un "poder popular" con "dirigentes autónomos, unidades de autodefensa, etc.". Pero ¿cómo entendía (y entiende aún) el MRTA dichos espacios de "autonomía"? Pues como "zonas liberadas" en las que el "autogobierno", en ausencia del Estado, estaría militarmente tutelado por el MRTA, su "vanguardia política". Por lo demás, el resto del orden democrático burgués –es decir, del orden capitalista o del capital en sí– se mantendría intacto: "todas las propuestas de cambio y de sociedad así vengan de cualquier posición [serían] discutidas libremente respetándose el derecho tanto de las mayorías como de las minorías" convocadas a la lucha ("las fuerzas revolucionarias, democráticas y patrióticas", los "sectores, clases o fuerzas que en buena medida podrían ser aliados del pueblo en un proceso revolucionario"). En otras palabras, manteniéndose la "armonía de la sociedad de clases existente, mediante un reparto un poco más " justo" y "equitativo" de la riqueza social: la vieja fórmula reformista de la socialdemocracia de siempre.
Colectivo Autónom@Informativo C@I Lima Perú
Fuente:
A-Infos News Service (web), mar. 23 de 2000.
4 comentarios:
Colectivo Autónom@Informativo C@I Lima Perú
CUANTOS ANONIMOS SON?
Hasta donde tenemos entendido, el texto fue escrito por una sola persona (un subte) y en nombre de dicho colectivo.
La redacci{on fu{e la de un anarquista que nada ten{ia ya que ver con el "movimiento subterr{aneo" y el documento fue aprobado por el colectivo al que pertenecia por ese entonces.Al margen de ello, lo importante es el contenido, bien documentado y de clara diferencia respecto del MRTA en cuanto socialdem{ocratas reformistas a la caza de anarquistas huerfanos de proyectos revolucionarios propios, especialmentes del Viejo Continente.Y por lo visto , vaya que lo encontraron en algunos credulos del buensalvaje tercermundista, pues hasta novia sacaron...
Una cosa es tener algo que ver con la movida del Rock Subterráneo (con mayúsculas, que ya no existe desde 1992, no confundir con el underground o movida alterna en general que aun subsiste) y otra muy distinta dejar de ser un "subte", identidad que puede acompañarte toda la vida si es así como lo siente la persona. Y claro, el documento fue aprobado por el colectivo, por eso se dice que fue escrito en su nombre.
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