jueves, 15 de octubre de 2009

DE LA PRISIÓN A LA CLANDESTINIDAD: el caso de MARTÍN SERNA y su militancia en el MRTA (por JUAN PABLO HERNÁNDEZ)

El diario Correo le dedica su portada de hoy a Martín Serna Ponce, militante y dirigente del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), quien fuera capturado en 1995 por la policía boliviana acusado de participar en el secuestro de un importante empresario del vecino país. Sentenciado a veinte años de cárcel por delitos de alzamiento armado, secuestro y extorsión, se le otorga el beneficio de la llamada Ley de Extramuro (salir a trabajar durante el día y volver a pernoctar durante la noche al penal) al cumplir la mitad de su condena el año 2004, situación que aprovecha para escapar y no ser habido hasta el momento.



Martín ingresó a la escuela de Historia de la Universidad de San Marcos en 1992, aunque no inició sus estudios sino hasta el año siguiente. Fácil de identificar como subte por su indumentaria, era miembro de 'TALES V', colectivo dirigido por Roque Gonzáles condenado luego a nueve años de prisión y protagonista el año pasado de la escandalosa detención de varios miembros del capítulo peruano de la Coordinadora Continental Bolivariana, acusados de tener vínculos con las FARC que en 1993 expulsara del local de la Coordinadora de Estudiantes de Historia al grupo de partidarios de Sendero Luminoso que durante años lo venía ocupando.



Copiamos, a continuación, un texto publicado en 2003 por el costarricense Juan Pablo Hernández, miembro de la Cruz Negra Anarquista (CNA)organización de grupos autónomos e informales que promueve la libertad de presos políticos en todo el mundo– quien visitara en repetidas oportunidades a Martín durante el último año de su prisión (el blog no comparte, necesariamente, la admiración mostrada por el autor hacia Serna y su causa).



LIBERTAD PARA MARTÍN SERNA PONCE


Martín Serna Ponce nació en Lima, Perú, en la zona del Callao, ubicada en el puerto de la capital peruana. Proviene de una familia de clase media baja de medianos recursos. Es soltero y no tiene hijos. Su madre vive pero su padre murió. Estudiaba dos carreras al mismo tiempo: historia en la Universidad [Nacional] Mayor de San Marcos y periodismo en la universidad particular Jaime Bausate y Mesa.


Su hermano tuvo mucha influencia en Martín. Lo inició en la lectura, convirtiéndole en un lector compulsivo, y le impulsó a preocuparse por la realidad de los demás. Si bien su hermano no quiso adoctrinarlo, y hubiera preferido que Martín estuviese en un frente político, no pudo evitar realizar los contactos ni permitir que Martín forme parte de la organización. Martín nunca compartió la ideología de Sendero Luminoso porque consideraba que era muy violenta. El MRTA, en cambio, daba una imagen más romántica, como, por ejemplo, los repartos populares con los cuales ellos aliviaban un poco el hambre y la miseria extrema en las que los tenían los gobernantes de turno.


Empezó en el frente político en la zona norte cuando tenía 16 años. Entró a la universidad, lo cambiaron de zona y se convirtió en miliciano. Asegura que la guerra lo ha hecho vivir muy rápido. A pesar de haber sido detenido a los 17 años, acusado de ''traición a la patria", salió libre sin proceso alguno. Martin cuenta de como el MRTA entraba en restaurantes multinacionales como la KFC y los destruían prendiéndoles fuego, y como llegaban a centros de almacenes de alimentos o electrodomésticos y los saqueaban, repartiéndolo luego a los mas necesitados.


Heroicos actos contó sobre sus actividades políticas con el MRTA. A pesar de ser un anarquista y tener sus diferencias ideológicas con este grupo, vio en el MRTA un instrumento de lucha con el cual se podía construir la revolución.


En 1995 Martín participó en el secuestro del empresario Samuel Doria Medina, dueño del Comercio Boliviano del Cemento (COBOCE) y dueño de la cadena de restaurantes transnacionales Burger King; él también es miembro de la actual coalición del gobierno. Martín fue el custodio del empresario durante 45 dias, cae preso por la policía nacional y el departamento de inteligencia a los pocos días de haber liberado al empresario. Cuando presentaron a Martín ante la prensa, él expresó: "¡Por las masas y las armas, patria o muerte, venceremos. Túpac Amaru vive, vuelve y vencerá!", haciendo la V de la victoria.


Cuando Martín cae preso tenia 18 años. Durante su detención en 1995, y durante sus siete años que lleva recluido, fue víctima de tortura, malos tratos y de un constante e injustificado aislamiento por parte de las autoridades penitenciarias. En el año 2000 la Sala Segunda de la Corte del Distrito de La Paz resolvió, en primera instancia, reducir la sentencia de veinte años, que era lo que le habían dado, a solo diez años de presidio. Esta información fue corroborada por algunos medios de comunicación, pero poco tiempo después resulta que la resolución de rebaja de sentencia quedó anulada bajo misteriosas circunstancias.


Luego de varios años de prisión, se le trasladó recientemente del penal de máxima seguridad de Chonchocoro al penal de San Pedro, de la ciudad de La Paz, por problemas de salud, ya que él padece de enfermedades de arritmia cardiaca y poliglobulia. En el año 2002 se revisó una vez mas su caso y se le rebajó a diez años nuevamente, aunque se espera salga para el 2003, según él mismo lo confeso.


Aquí pongo una bitácora de mi visita a la cárcel de San Pedro y la visita al compañero Martín.


BITACORA DE VISITAS A LA CARCEL


Cuando llegué a Bolivia lo primero que hice fue buscar grupos y ponerme en contacto con ellos. Para mi sorpresa, recién llegado, se efectuaba una marcha gigantesca en la cual rápidamente me integré, preguntando que pasaba y todo eso. Luego pregunté sobre grupos anarquistas y me dijeron que en la universidad les podía encontrar. Fui deprisa a ver donde quedaba la universidad y luego de buscar por unas cuatro horas encontré a un compañero de las Juventudes Libertarias, que me llevó a tomar mate de coca para que me calmara y me estabilizara.


Luego puse un pequeño puesto en la universidad, donde instalé algunas publicaciones y folletos. Ahí conocí a un compañero que me comentó que había un compañero anarquista del Perú que estaba preso y que llevaba siete años recluido. De inmediato le dije que nos pusiéramos de acuerdo para verle y fue así como a los pocos días fuimos a la cárcel, recinto penitenciario de San Pedro.


Al principio andábamos viendo a ver donde guardábamos un paquete con periódicos que traíamos, no encontrando donde lo tuvimos que llevar con nosotros. Cuando se pasa por ahí (al frente de la cárcel) unos militares le preguntan que a quien viene a ver? Luego de decir que íbamos a ver a Martín, no nos hicieron muy buena cara. Una vez entrando ahí, al ver que yo era extranjero, no me querían dejar pasar, pero la corrupción está en todos lados y nada que un dinerito en la mano del militar no pudiera hacer. Fue así como logré ingresar con todo y cámara de fotos al matadero.


Una vez dentro uno se mira con un mundo dentro de otro mundo algo que no puedo describir mucho. Subimos unas gradas y el compañero que estaba conmigo gritó: Martín, sal!, y el compañero sale de su cuarto de prisión. Una vez entrando me lo presentan y en muy corto tiempo nos hicimos excelentes camaradas. Fue donde me contó porqué estaba preso y me comentó todas las injusticias a las que fue sometido en sus siete años de prisión. Me dijo que en la cárcel de máxima seguridad de Conchocoro, donde estaba él antes, estaba en un régimen igual al F.I.E.S. y que le agredían día y noche. Me contó de como los militares y la policía mataron a unos de sus compañeros. Algo muy fuerte en realidad. Luego de largas horas teníamos que marcharnos, pero le dije que cuando podía volver a verle, él me digo que los jueves y domingos podía ya que esos eran los días de visita. Le dije que llegaría el domingo.


Fue el domingo cuando de nuevo le fui a visitar. Pensaba que otra vez con un dinerito podría pasar, pero estaba en lo incorrecto. Esta vez no me permitieron ni entrar ni salir por un rato, me preguntaban que porqué le visitaba, qué tenía que estar haciendo en Bolivia, y un cuestionario de preguntas de la gran puta. Luego de un rato, me dijeron que fuera a un costado de la cárcel en una puerta roja y preguntara por el coronel Larrea para que facilitara una carta con su "divino permiso".


Con el hígado en la mano de la ira que tenia después del enfado que me causaron esos hijos de la mierda, fui donde el cerdo coronel Larrea. Toqué la puerta y pregunte por el coronel, me permitieron pasar y una vez que me dijeron que subiera unas gradas que estaban en el fondo. Me dispuse a hacerlo, subí las gradas y pregunté por el cerdo, y me pasaron a unas oficinas donde estaba algo así como el sabueso lame culos del coronel, quien me hizo otro gran cuestionario de preguntas. Luego de un rato sale el tan mencionado coronel Larrea, un tipo con cara de mierda, un hijo de puta completo. Me pregunta que cual es mi afinidad con Martín y le digo que soy amigo de su mamá y luego procede a decirme que le diga a Martín que esté calmado, que no haga problemas dentro de la cárcel y que no organice nada dentro de ella, me repitió lo mismo muchas veces y, luego de dos horas de estar esperando en esa oficina, me dio la tan esperada carta.


Fui a la puerta de entrada y presente la carta a los carceleros y pude entrar a ver a Martín. Horas de enormes pláticas vinieron luego con el compañero Martín, ahí me contó más sobre los problemas que tenía en la cárcel y me contó sobre el caso de él, actualmente. Misteriosamente, es la embajada de los Estados Unidos quien está delegando por el caso de Martín, está en el dilema si lo trasladan a una cárcel de máxima seguridad o no. Pues, ¿qué tiene que ver la embajada yankee en todo esto? Pues nada mas que la influencia del hombre a quien Martín vigilaba en el secuestro, Samuel Doria Medina, uno de los hombres mas adinerados de toda Bolivia. La influencia de este tipo en el caso de Martín ha sido enorme, y no sólo en el de Martín sino en el de todos los que estuvieron involucrados en el secuestro.


Luego de un gran rato me marché y le dije que llegaría a verle la próxima vez. Pasaron los días y llegaría el domingo. Salí de donde me hospedaba y me dirigí a la cárcel. Una vez aproximándome a la entrada, se me acercan los militares y me dicen: ¿qué es lo que quiere?, y yo les dije que vengo a ver a un compañero, Martín Serna. Mejor no hubiera dicho nada de eso, al decir "vengo a ver un compañero" yo entiendo eso por un amigo, colega, etc., pues ellos entendieron que yo era compañero del MRTA. Se me tiraron encima como cinco o seis tipos y me trasladaron al lado trasero de la cárcel, me pasaron a un cuarto donde estuve solo como tres horas. Luego de un gran lapso de estar ahí, llegó un cerdo y me preguntó de todo, luego al yo explicarle lo de la palabra compañero y poder enseñarle mis documentos pude calmar un poco las cosas. Lo peor vino luego, cuando tuve que quitarme la ropa para que me revisaran de los pies a la cabeza, en total pase de las 9:30 am a las 12:45 pm, según la hora que pude ver en una pared. Los cerdos no pidieron para nada disculpas por el mal entendido, lo único que salió de la boca de uno de ellos fue que la hora de visita terminó y que me fuera de aquí y no volviera, que nada tenía que estar visitando a nadie. Luego fui escoltado hasta fuera del recinto y me encaminaron dos cuadras más abajo de la cárcel. Una mierda completa, nunca había tenido tanta ira.


Pasaron los días y llegaría el jueves, día de visita. Una vez más fui al recinto pero, claro, esta vez tendría un poco mas de cuidado. Como de costumbre me preguntan por la persona que vengo a visitar y les digo que es a Martín, y me piden los documentos y me dicen que necesito otra carta para poder verle. Fui otra vez donde el hijo de mierda coronel Larrea a pedir su permiso, esta vez duré mas en la oficina ya que el tipo tenía una junta con otros hijos de puta. Luego de un gran rato y varias preguntas del sabueso del coronel, él sale con otro tipo que luego de verme un rato se me acerca y me dice: “así que vienes a visitar a nuestro amigo Martín, eso le pondrá feliz a él”. Luego el coronel Larrea le dice al tipo: “él es de Costa Rica y dice ser amigo de su madre, ya le dije que le diga a Martín que se porte bien ya que él, dentro de poco, sale y no queremos tenerlo mas aquí encerrado”.


Una vez que me dieron la carta fui donde los carceleros para que me dejaran entrar. Una vez dentro fui al cuarto de Martín, pero él no estaba. Un compañero de él me dijo que lo llamaría y luego de gritar varias veces “Martín!!”, él llegó. Me contó que estaba en una reunión por lo de su caso, ya que lo quieren pasar a una cárcel de máxima seguridad y él tiene documentos firmados por un juez que dice que su estadía será en el recinto de San Pedro. Luego me dijo que porque no había llegado el domingo, y yo le inventé que estaba muy enfermo, la verdad no quería empeorar las cosas para el compañero. En las cárceles aparecen muertos ‘misteriosamente’ todos los días, en todos lugares, sabemos bien quienes son los asesinos y porque lo hacen. No quería que Martín se alterara e hiciera un escándalo, así que mejor le inventé eso.


Pues ahí le entregue unos folletos que nos habían mandado meses atrás los compañeros de la CNA Madrid y la distribuidora, y también, con ayuda de la FAL, nosotros los habíamos reeditado. Le entregué eso y una camisa de la Banda Jachis, que también venía en ese paquete, que era para ayudarnos a financiarnos. Él me dijo que estaba preparando un material para dármelo el próximo domingo, día de visitas, yo le dije que este domingo era el último ya que me marcharía el martes por la mañana. Pasamos un buen rato hablando sobre textos anarquistas de Bakunin y Kropotkin, sobre grupos anarquistas, sobre la CNA y sobre los compañeros presos, sobre Xosé Tarrio y le conté sobre la liberación del compañero Mark Barnsley. Él estaba muy feliz de todo y, luego de un gran rato, me marché diciéndole que llegaría el domingo.


Otra vez pasaron los días y llegó el domingo. Como de costumbre fui a la cárcel y, antes de llegar a la entrada principal, me topé con el sabueso del coronel y un tipo que es sargento, ellos me saludaron y yo hice lo mismo y me dispuse a entrar. Una vez ahí me piden una carta, yo tenia una copia de la anterior y la mostré, al ver los carceleros que tenia otra fecha no me dejaron pasar si no era con una carta nueva, salí y le dije al sabueso sobre mi problema y le conté que ésta sería mi última visita. En lo que el sujeto me iba a hablar, habló primero el sargento y me dijo: “aquí se dan cartas de permiso los lunes y no hay ninguna forma hacerlo ya, venga el lunes o mejor no vuelva”. Pregunté si por lo menos podía verlo por el portón, a lo cual me dieron permiso. Mandé a llamarlo y nos vinos por un pasillo cubierto de mallas de metal, le conté que me dejaron verle sólo por el portón, que me pedían una carta de acceso y que me marcharía el martes. Él me dio unas cartas y unos poemas. No puedo describir el dolor que sentí al no poder estrechar y darle un abrazo al compañero. Me dijo que volviera mañana (lunes) y tratara de pedir el acceso. Nos despedimos por entre las rejas y le dije que llegaría al día siguiente.


Ya era lunes y fui directo donde el coronel, y le expliqué que yo me marcharía y que quería despedirme de Martín, a lo cual el me negó rotundamente el acceso. Me dijo que solo jueves y domingos eran días de visita y que yo lo visitaba mucho a él. Pedí entonces permiso para verle por las rejas del portón de entrada, y no le quedo otra que dármelo. Fui al portón y mandé a llamar por Martín, él llego y fue muy duro para mi ver que yo me marcharía y él quedaría encerrado tras unos barrotes. Tuve que contener el llanto y con un dolor muy fuerte me despedí. Algo muy curioso es que yo espera levantarle el animo a él y la verdad que fue al revés, fue él quien me dio más ánimos para seguir en esta dura lucha y seguir día a día con mas fuerzas. Nos dimos un fuerte apretón de manos tras las rejas y me dijo que tratara de estar para cuando él saliera fuera. Yo le dije que en Costa Rica tenia familia, que no dudara en eso.


Y así termina mi bitácora de las visitas a nuestro compañero Martín. Martín está próximo a salir si todo sale bien. Varios compañeros de Bolivia han estado sacando volantes y afiches para ayudarle en su caso, así como ha tenido muchas visitas de varios lados del mundo. Un compañero anarquista, viejo militante de la FORA, Juan Perelman, le está ayudando con su caso a Martín.


Fuente: La Haine.org (web), mar. 27 de 2003.