lunes, 31 de marzo de 2008

CAÍN Y ABEL [31] - por Rafo León

EL EMBARAZO
Puta’on la semana pasada he tenido una paltaza de la concha su madre, y para variar, el gansazo de mi mellizo me metió en un chongo mostro. Puta, yo estaba una tarde tiradazo en mi cama hueveando mostramente y pensando, oe, en que los metaleros van a mancar horrible el día que, puta’on, yo esté a la mitra de la guerrilla subterránea. Causa, en eso por la ventana entra un sobre con mi nombre. Puta, pensé, esta es una carta del sistema alienado que me quiere liquidar, y me dio, oe, una noica bruta, choche. Puta, abro el sobre y adentro, oe, había una nota de Pocha Caracha que decía: “Compadre, me has llenado, hace un mes que no me enfermo. Me quito para no joderte la vidú a un sitio donde nunca me encontrarás. Ojalá no te devore el sistema alienado. Tu hembra: Pocha Caracha”. Puta’on, al toque sentí unas culebrazas que me pasaban por la espalda y, causa, me empecé a imaginar a mi chibolo, oe, que si era macho le ponía Falo y si era hembrita le ponía Vulva, ya no ya, choche. Puta’on, en tercero de media y con hijo, la cagada, choche, Caín es lo máximo. Pero, puta, tenía que encontrar a Pocha Caracha al toque, y me quité, compadre, y como estaba hecho una yuca, puta, dejé el papelito encima de la cama. Compadre, en el camino a no sabía adónde, puta, improvisé un tema mostrazaso, que hasta hizo que, oe, se me saliera una lágrima, causa. Era esté:

Puta’on, al amanecer del día siguiente, choche, después de haber lateado por todos los barrios posibles, computé a Pocha en el jato de Sarna Podrida, la hembrita que vocaliza en Chancro Blando. Puta, me recibió tirando moco y más dura que pincho de novio. Oe, había estado quemando paiche de la frustración, choche, porque le había venido la menstruación y a la mierda con su sentido de la vida, puta, otra vez sola ella y otra vez, puta, solo yo. Compadre, chupé como nunca lo había hecho y volví a mi jato al día siguiente. Puta’on, me recibió mi vieja totalmente histérica y el huevón de Abel que parecía una tía. Mi viejo se había quitado donde su hembra a contarle sus penas. Puta, había pasado que me mellicito ampayó el papel de Pocha, y como no computaba ni mierda, fue donde el Caca que estaba esquineando y le preguntó qué decía. Puta, cuando se enteró fue a hacer roche al jato. Oe, parece que al toque mi vieja decidió que me casaría y Abel decidió mariconada y media y, puta, a nadie se le ocurrió preguntarme qué mierda pasaba por mi cerebro, por la cara de culo que tenía. Compadre, yo que no soy violento, oe, me asé tanto que, puta, le zampé a Abel un patadón en el culo que lo hizo buitrear, y a mi vieja le dije que, puta, se ocupara de los bacilones de mi viejo y que no me jodiera. Puta’on, me zampé en mi cuarto, tranqué la puerta con la cómoda y lo cagué a Abel, que tuvo que jatear en la sala. Puta’on, a los dos días la depre me pasó y oe, salí a joder al mundo con mi bajo y mi Flatulencia


Señor, qué barbaridad, hasta ahora me duele mi atrás por culpa del desagradecido de mi hermano mellizo, que debe ser así porque no lactó de pecho materno y yo sí. Usted ya conoce demás esa historia, ¿no? Pero bueno, lo que ocurrió la semana pasada en mi hogar ha sido terrible, le digo, y ya le cuento. Hace unos días, el miércoles pasado, para ser exacto, yo me disponía a arreglar mi cama, cuando reparo en la de Caín y pienso, no, no es posible que mi hermano viva de esa manera. Decidí cambiarle la sábana y ponerle una rotita pero limpia que hay por ahí. Cuando estaba por hacerlo, muérase, veo un papel que, de entrada, me pareció comprometedor, ahí entre la frazada. No me pude contener y lo leí, pero para mi frustración, le diré que no comprendí nada, sólo saqué en claro que lo remitía la tal señorita Pocha Caracha. Más curiosidad me dio, y se me ocurrió buscar a un amigote de Caín, que tiene un nombre que traducido a mi fino lenguaje da Excremento Esperanza. Bueno, el jovencito se me corrió a un inicio y luego, cuando después de perseguirlo aceptó hablar conmigo, me dijo algo así como que si sus amigos lo veían conmigo se defecaban los subterráneos, ay, no entendí. Bueno, pero lo importante fue que me develó la nota y… ¡Santa Virgen de las Mercedes, decía en ella que mi hermano había embarazado a la señorita! Ah, no, de inmediato se me soltó la furia y también la vergüenza, ya que eso significaba que mi hermano había hecho cosas sucias con esa jovenzuela, y eso no lo puedo tolerar ni de pensamiento. Pensé pedirle asesoría al honorable profesor Beltroy para ver si la metíamos a la cárcel por embustera, algo así como a la Gabriela de "La Dama de Rosa" pero en versión de la mala, ¿ya? Pero, qué le digo, a eso le sucedió de inmediato la voz de la sangre y el tiazgo que significaba para mi el nacimiento de la criatura. Volé donde la santa madre que Dios me dio a darle la buena nueva, tan cerca de la navidad, vea usted. Ella al comienzo se asustó mucho, no lo podía creer. Se puso la mano sobre el pecho que no tiene, como cada vez que está angustiada, y soltó seis lágrimas, las conté todas. Yo la trataba de calmar, haciéndole ver que un hijo podría ser el remedio para que Caín vuelva por el buen camino, pero lo que la hizo cambiar a una actitud de regocijo fue cuando le empecé a hablar de los pañales, la babitas, las tetas, los ropones, los zapatitos tejidos y todo el ajuar, que lo podríamos haber empezado a hacer con la colaboración de las vecinas y las tías, que cuando se trata de los sentimientos, ay, que sí responden. Empezamos a discutir qué nombre se le podría poner. Ella opinaba que si era mujercita, podía llevar el de Eva, por ella y el de Shirley, para darle modernidad. Y que si era varoncito, se debía llamar Adán, por ese hombre que es mi padre, seguido de Wilbert, también por lo moderno. Yo, ay no sé, me inclinaba por Amapola para la niña y Narciso si era niño. En esas nos encontró ese hombre que es mi padre, al que le narramos todo, y él reaccionó sin sangre en la cara: se fue a beber y a qué se yo más. Bueno, seguimos haciendo planes con mi idolatrada progenitora, pero mi hermano no aparecía. Yo ya había decidido que iba a ser padrino de la criatura y, como tal, con derecho a criarlo si la conducta moral de sus padres lo ameritaba, como seguramente iba a ocurrir, sobre todo con una madre que se hace llamar Caracha. Mi progenitora se inclinaba por la boda inmediata, para que no se notara el embarazo. Lo que yo imaginé para la ceremonia no tiene nombre terrenal, señor, pertenece al mundo de la fantasía, el satén y el pastillaje. Pero, así es la vida, llegó el “futuro padre” y terminó con nuestros sueños. Ocurrió que la salvaje esa había tenido su período, como cualquier cochina mujer, y con él se iban nuestras ilusiones de tul y nansú. Pero lo más grave fue que cuando increpé a Caín, ya ni sé por qué, me dio un horrible golpe en mi atrás. Creo que, en el fondo, es mejor que no haya tenido ningún hijo, ¿no?...

Fuente:
¡No!, suplemento humorístico del semanario (Lima), Nº 42, págs.46-47, dic. 7 de 1987.

4 comentarios:

carbon y piedra dijo...

Temblor temblor
mi vida es un horror
pedo pedo pedo
quisiera llorar pero no pued
solo tu le pones un rocoto
a mi vida
pedo temblor,carajo
anarquia
repetir 54 veces

Anónimo dijo...

cagar cagar
la vida es un cagar
me como lo que cago
y cago lo que como

de la mierda vengo
y a la mierda voy

cagar cagar cagar
el mundo se va a acabar
(Bis 66 veces)

Anónimo dijo...

Puta'on que el comentario anterior es la cagada

Anónimo dijo...

kabrazos