domingo, 27 de julio de 2008

ALFREDO MÁRQUEZ Y LOS ARTISTAS SUBTES (2007)

Uno de los temas que motivaron la creación de este espacio fue la difusión de aspectos de la movida del Rock Subterráneo que se desenvolvían de modo paralelo a su escena musical. Como primera entrega presentamos una reflexión tomada del blog de Lucía a partir de la obra y la trayectoria de Alfredo Márquez Espinoza (n. 1963), uno de las más importantes artistas plásticos de la movida subte.

Alfredo Márquez es un destacado artista visual con referentes vinculados al lenguaje pop: «pop achorado», «pop huayco» y aquellos movimientos generados en esa perspectiva desde los 70 y 80. Sus proyectos giran en torno a la recuperación de la memoria desde una visión crítica en la que conjuga la imagen y la palabra, estableciendo una línea conceptual y social, apropiándose de referentes e íconos culturales del pasado histórico y contemporáneos.

Márquez es un artista autodidacta con formación en arquitectura procedente de la Universidad Ricardo Palma y ha sido miembro de varios colectivos («Los Bichos», «Los Bestias», «Taller NN», entre otros). En sus propuestas, el diseño juega un papel primordial, desplazándolo en manifestaciones como instalaciones, escenografías para conciertos de rock subte (en Acho y en la «Carpa Teatro» del puente Santa Rosa) y obras bidimensionales, caracterizados por emplear indistintamente la pintura, la serigrafía, la fotocopia, el diseño e impresión digital, el video y la fotografía.
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Los datos sobre Alfredo Márquez fueron proporcionados por el historiador del arte Juan Peralta.
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EL SOBRE ABIERTO DE ALFREDO MÁRQUEZ

Alfredo Márquez presentó su portafolio de trabajo plástico en «La Culpable» (Barranco). Su conocida trayectoria, al menos para las personas relacionadas con el circuito de arte local limeño, desanimó a algunos conocidos míos de asistir. Pensaban que no habría sorpresas, lo cual puede tener que ver con un pensamiento a veces generalizado acerca del llamado "arte político".

Pero ayer había que estar ahí.

Había que ver el comienzo de su carrera, juntando cañas, piedras, maderas y armando perecibles instalaciones alrededor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Ricardo Palma en fotos tomadas sin la conciencia de la importancia del registro de la "obra", junto a amigos entusiastas que hacían lo que hacían por las ganas rebosantes de aprovechar los abundantes materiales de deshecho. La basura que la institucionalidad universitaria descartaba, los restos del orden reacomodados en los espacios que aún no estaban totalmente bajo el control de las autoridades. Lo que ejemplificaba lo que seguiría haciendo posteriormente a lo largo de los años, siempre en equipo y con atención a los puntos flacos de los mandamases.

Recordando cada cierto rato lo (lamentablemente no tan) inverosímil de estar bajo el gobierno de Alan García otra vez, Alfredo nos hacía confrontarnos con imágenes de los jóvenes subtes limeños en los 80 y su relación con algunos artistas, que improvisaban para ellos escenarios con materiales reciclados. Como él decía, nada estable ni aparatoso, sin ningún logo de gaseosa impreso. De una época en que, viéndolo desde ahora, parecía que ni los íconos ni las palabras habían sido tan usadas y cada quien se sentía libre de hacerlo, sin pensar en la posible ingenuidad o carga de pretensión de su uso.

Mientras recordaba mis primeros conciertos punk, alrededor de 1995, cuando Alfredo ya había tomado algunas decisiones ideológicas y estéticas más precisas, alejándose un poco del anarquismo e ímpetu irreflexivo inicial, me preguntaba qué pensaría él de esos conciertos y de los otros tantos que he podido ver en los últimos doce años, con nuevos y no tan nuevos actores y entusiasmos distintos.

Sobre todo me hacía preguntarme desde cuando (qué edad, qué año, qué época) se perdió el derecho a ser ingenuos, o tomamos distancia de la inocencia (o al menos pretendemos hacerlo, acción que en sí conserva bastante de inocente). Pensaba en mis amigos alrededor y lo diferentes que son nuestras ganas de hacer cosas en relación a aquellas. En cómo manejamos nuestras ganas de abrir espacios, de cambiar formas de vestir o bailar porque parece más cercano que cambiar formas de votar y al mismo tiempo pensaba en nuestra racionalidad: preguntándome en qué momento se hizo grande la autoconciencia de la posibilidad comunicadora de cada pequeña acción, gesto, palabra, en cuánto nos frena ese análisis constante y en lo que también tiene de bueno. En lo triste de sentir desconfianza de expresiones sencillas y en lo complejo de la necesidad de encontrar unas propias (¿cómo decir ahora "prohibido prohibir"?).

En la responsabilidad que nos da lo que sabemos, lo que hemos aprendido y que nos distancia de nuestros coetáneos que parecen eximidos de este pensar dos veces antes de hacer, entregados sin culpa ni miedo a la música y ropa de moda, a la fascinación del espectáculo, a cierta inconciencia en el consumo.

La experiencia de estar ahí era intensa, además, por la constante confrontación que buscaba Herbert Rodríguez con sus preguntas: reabrir heridas acerca de las posible filiación terrorista de un amigo de Alfredo o simplemente recordar la imposibilidad de tener claro de qué bando se estaba, y pensaba en mis papás, jóvenes izquierdistas de los 70, y en los modos en que cada uno asume el cerrar esas heridas o el dejarlas latentes, como una agonía pequeñita, incurable pero a la vez motivadora. Herbert hacía hincapié en la incapacidad de los presentes de imaginar lo vivido entonces por nuestra situación privilegiada como espectadores de esa exposición, es decir, como productores y consumidores del arte local: "élite cultural" y por momentos se hacían (inútiles a mi parecer) reclamos sobre la falta de poder representacional del arte "oficial" a las causas colectivas, que Alfredo contestaba sinceramente, dejando la pelota en la cancha de cada uno, en nuestro compromiso particular con el contexto y la necesidad de una búsqueda honesta de traducción de ideas en acción de acuerdo a cada interés o capacidad personal.

Me mantuve casi aguantando la respiración en varios momentos y no hablé cuando Rai nos sugirió a los más jóvenes que comentáramos lo que nos tocaba de lo visto porque tenía demasiadas ideas y sensaciones encontradas. Agradecí la revisión de las imágenes tomadas por Márquez de la prensa local para buscar dignificar una y otra vez a los afectados por la violencia política por recordarme el potencial dentro de cada foto, de cada periódico y otra vez el temor a la sensación de no poder usar algo por su supuesto abuso mediático, pero que en realidad confronta nuestra flojera o comodidad de pensar que no vale que sea usado pues "ya todo se ha vuelto panfleto".

Al final, lo que más me emocionó fue escuchar a Alfredo hablar del amor como motor principal de su trabajo (viéndolo como la causa principal para buscar la dignificación de alguien o algo), palabra poco mencionada en situaciones que involucren al "arte político".

Eso sí era inédito... Y pensar que salió como respuesta a una pregunta que me pareció absurda cuando la escuché, lo que era más coherente aún porque a lo largo de la noche vimos inteligentes resultados del reuso a lo dado por inservible por otros, a lo invisibilizado o considerado sobra.

Después de aquellas tres horas y media parecía casi absurdo salir a beber cervezas, pero al mismo tiempo necesitaba mucho estar con mis amigos... y la noche recién empezaba.

Fuente:
Te Conocí en un Bazar (blog), feb. 2 de 2007.

4 comentarios:

Genocidio dijo...

Se ve interesante el articulo...kien me sugiere una pagina donde encuentre informacion de conciertos y material antiguo...un abrazo solidario!!!

Sid Misious dijo...

Gracias por el comentario. Puedes revisar algunos blogs como "Madruguemos al Tibu" y otros cuyos enlaces figuran mas arriba, en la columna de la derecha bajo el subtítulo «Webs y blogs subtes».

Genocidio dijo...

Muy buena pagina de descarga la de madruguemos al tibu...kon kienes se koordina el pase de material, ya ke tengo grabaciones antiguas...

Sid Misious dijo...

Con el Chino Jarkor o con el propio Tibu. Los correos electrónicos salen ahí mismo.