“En la San Marcos de mi época, el rock estaba
bien para divertirse, no para investigarlo y
mucho menos para historiarlo”.
Hace algunas semanas tuve el gusto de leer en «El Reportero de la Historia», blog del historiador y periodista Jorge Moreno Matos, una generosa reseña sobre el trabajo que venimos realizando en el «Caín y Abel».
En su texto, el autor recuerda las limitaciones impuestas hasta hace algunos años al trabajo de los historiadores jóvenes –se refiere en particular a los sanmarquinos–, los cuales se hallaban bajo un contexto político e ideológico adverso a la libertad de elección de sus temas de investigación. Reinaba por entonces la historia social, disciplina que en sí misma no tenía ni tiene nada de malo salvo cuando es concebida como el arma que obligatoriamente debe empuñar todo aquel historiador que se sienta realmente comprometido con la urgente problemática social peruana. Los prejuicios académicos e intelectuales eran mucho más fuertes por aquel entonces: el resto de disciplinas debían obviarse, pues nada aportaban al esclarecimiento de las luchas populares del pasado ni, mucho menos, legitimaban el curso seguido por las actuales.
Visto desde esa perspectiva, es muy cierto que el presente proyecto hubiese sido calificado de «sacrílego», de "tiempo socialmente necesario" en desperdicio y, quien esto escribe, “hubiese sido expulsado del paraíso de Sociales” o quizá sometido a escarmiento «popular» (forma de paliza que de popular no tenía nada).
Comentario de JORGE MORENO
Hubo una época en mis tiempos de estudiante que había mucho prejuicio en abordar ciertos temas o utilizar cierta metodología en lo que debía investigar un historiador comprometido con la realidad de un país que atravesaba por un conflicto interno tan agudo que recién hoy estamos conociendo las verdaderas dimensiones y alcances del mismo. Un conflicto además que se podía auscultar plenamente en la San Marcos de los 80. Todavía recuerdo, en ese sentido, la intervención furibunda de un compañero en una clase denostando terriblemente la inutilidad de un libro (que no había leído) sobre 'La historia del beso' publicado en francés recientemente. En el fondo era el temor de caer en la tentación de prestar demasiada atención a las 'modas' que venían de afuera y que tuvo como consecuencia la abundancia de investigadores e investigaciones de historia social sobre casi siempre los mismos temas, generalmente coloniales. Me parece que si no nos atrevimos a más fue porque estaba mal visto, había que seguir con la mita, la estructura o protesta colonial.
No he podido menos que recordar todo esto leyendo Caín y Abel. Los archivos del Rock Subterráneo (1983-1992), un trabajo emprendido por un joven historiador de San Marcos (Sid Misious) que en aquella época hubiera resultado sacrílego y él, quien sabe, hubiese sido expulsado del Paraíso de Sociales. En la San Marcos de mi época, el rock estaba bien para divertirse, no para investigarlo y mucho menos para historiarlo. Y que conste que lo dice quien no tiene el mínimo aprecio o gusto por el rock, en cualquiera de sus variantes (¡qué viva la salsa!).
He escrito esta larga introducción porque hoy un trabajo como éste resulta no sólo nornal, sino incluso es celebrado y bien recibido, sobre todo si se ha abordado con un correcto planteamiento y una acertada metodología como es su caso (su Presentación es toda una declaración de principios y un ejemplo de cómo se plantea un tema novedoso para su investigación histórica). Pero parece ser que todavía subsiste el prejuicio de que hay temas que no merecen ser abordados por un historiador profesional. Es esto o es parte de la cultura 'subte', que no conozco muy bien, que su autor o autores se escuden en seudónimos cuando debieran presentarse en sociedad, sobre todo con trabajos como éste. Sus páginas son de lo mejor que he leído los últimos años sobre el tema y a ser tomada muy en cuenta en cualquier recuento historiográfico que se haga en el futuro. Como dije líneas arriba, para un profano en estos temas su lectura ha resultado una verdadera revelación y me ha hecho sentir más (verdadero) respeto por esta manifestación cultural e, inevitablemente, sentir nostalgia por los años perdidos. ¿Qué otros temas y asuntos dejamos pasar por puro prejuicio o pudor? Se me viene a la memoria, por ejemplo, Julio Cousteau. Pero esa es otra historia.
Fuente:
El Reportero de la Historia (blog), jun. 24 de 2008.
2 comentarios:
thanks for this nice post 111213
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