viernes, 26 de junio de 2009

SOBRE LA SUPUESTA MILITANCIA SENDERISTA DE MÓNICA FERIA (por SILVIO RENDÓN)

Silvio Rendón nos dejó hace un tiempo un valioso comentario sobre el post del video reportaje de Álamo Pérez Luna sobre Sendero Luminoso y el Rock Subterráneo. Revisando sus publicaciones en la web, nos encontramos con esta nota referida a la polémica socióloga subte Mónica Feria en sus tiempos de estudiante universitaria que, con toda seguridad, dará mucho que pensar a algunos.


LA IMPORTANCIA DE LA MEMORIA (FINAL)


Sobre Mónica Feria es cierto que “todos sabíamos” que era senderista. Como lo pone Aldo Mariátegui, era vox populi. Y, definitivamente, en esto tiene toda la razón. Era lo que “todos sabíamos”. En esa época yo también la hacía en Sendero Luminoso. Sin embargo, nunca me constó nada directamente. Era lo que la gente decía: “¿sabes? Mónica Feria es senderista”. “Ah, ya. Hay que tener cuidado”, decía uno. No recuerdo en qué momento “todos” nos enteramos de su senderismo, supongo que habrá sido en 1986 o 1987, uno o dos años después de que Vds. compartieran mesa directiva en el CF de Letras. Por supuesto que a nadie le sorprendió cuando la detuvieron, cinco o seis años después, en 1992. Sin embargo, me acuerdo de algunos detalles ocurridos durante estos cinco años.

En plena época “senderista” de Mónica Feria, ella trabajaba activamente con Alberto Flores Galindo, no sé si en alguna investigación o simplemente participaba de las discusiones de SUR, un grupo de ilustres intelectuales entonces de izquierdas. Incluso, si mal no recuerdo, y esto se debe poder documentar, escribió un artículo que salió publicado en la revista Márgenes. Otra cosa que también llegó a mis oídos, y esto creo que no todos “lo sabíamos”, era que se había vuelto cantante de rock subterráneo. No me consta tampoco. A comienzos de los noventas, lo que también llegó a mis oídos es que en San Marcos vendía cebiche en una carretilla y que esta era su tapadera para hacer trabajado político para Sendero Luminoso. Tampoco lo he visto y la verdad, ni siquiera en ese momento me pareció muy creíble.

Sí me acuerdo y me consta de su radicalidad a fines de los noventas, evidenciada en discusiones en la clase de Guillermo Rochabrún, en un curso de sociología del desarrollo (¿o sociología económica?, la memoria me falla) que llevamos entre otros, Martín Tanaka, Mónica Feria y yo, por mencionar algunos nombres. Esta radicalidad se expresaba en decir que en el país había una guerra, que las FF.AA. estaban masacrando campesinos en el campo. No condenaba explícitamente a Sendero Luminoso aunque tampoco la escuché en clase justificar sus acciones, si bien se notaba simpatía. Creo que en esa época, y eso dura hasta el trabajo de la CVR, había la percepción que eran las fuerzas del Estado las responsables de la mayoría de las muertes en el país.

Si exprimo mi memoria llego hasta ahí. No tengo nada en lo que yo pueda decir: “yo la vi haciendo esto”. Debo decir sí que en tiempo real estuve convencido de su senderismo. Hoy no creo que esta percepción sea un criterio para condenar a una persona. No se puede condenar a alguien porque “todos sabíamos algo”. Para nada. El estado de derecho no funciona condenando a una persona por este tipo de criterio. Eso sí, una de las cosas que no cuadraba con la incuestionada imagen de una Mónica senderista era su carácter indisciplinado. Nunca me la imaginé aceptando la rígida disciplina senderista. Como nunca la imaginé perjudicando a alguien o contribuyendo a hacerlo. Posiblemente estas imágenes mías puedan haber sido engañosas. Puede ser. Me puedo equivocar. Pero si se quería hacer memoria, he ahí la mía. Ahí están mis percepciones; ahí están mis evidencias.

A fines de 1991 o comienzos de 1992 (no me acuerdo exactamente) me encontré con Mónica en Sociales PUCP. Nos saludamos y sostuvimos una breve conversación en que me pidió que visitara a Rodolfo Noriega, quien estaba recluido en Canto Grande acusado de ser miembro de Sendero Luminoso. Rodolfo había participado también de vuestra mesa directiva, como secretario de proyección social. Creo que nadie de quienes lo conocieron en la universidad lo fue a visitar mientras estuvo preso, con la excepción, entiendo, del padre Felipe (Pipo) Zegarra. Rodolfo era un cristiano de izquierda. De lo que conocí en Letras, era la persona que menos te podrías imaginar que se fuera a meter a Sendero Luminoso. Pues le dije que no. Me negué a visitarlo. En ese momento entendí que visitar a una persona que estaba en la cárcel constituía una aprobación a los actos de Sendero Luminoso. Hoy me lo cuestiono. Que cada quien saque sus conclusiones sobre este hecho.

A Mónica la detienen pocos días después del 5 de abril de 1992. La presentan públicamente y sale gritando, pero nunca supe lo que gritó. En la televisión escuché gritos incomprensibles (y editados, con voces en off hablando) entre los que no pude distinguir nada en claro, al menos esto es lo que recuerdo. La televisión y los rumores de la época dijeron que hacía reglajes a la gente de las ONGs. En esa época Sendero Luminoso ya tenía un gran récord de asesinatos de dirigentes sindicales y de los barrios de Lima, siendo el caso más sonado el asesinato de María Elena Moyano en Villa El Salvador. Recuerdo que la televisión presentó como evidencia de culpabilidad unas supuestas cartas escritas desde Bélgica por Luis Arce Borja, ex director de El Diario, y dirigidas a Mónica Feria, en las que Arce le habría pedido documentación sobre María Elena Moyano.

Después vendría la masacre de Castro Castro. Y sobre esto haré una reflexión comparando la reacción de la gente entonces con la que tuvo en un caso similar. En 1986 se cometería en tres cárceles de Lima otra masacre de presos, quienes se amotinaron y tomaron rehenes. Me acuerdo que en la PUCP se suspendieron las actividades y nos mandaron a todos a casa. Después nos enteraríamos que habían bombardeado El Frontón y matado a los presos. El asunto motivó la indignación ciudadana. En los días posteriores hubo en los medios de prensa una avalancha de comunicados de organizaciones civiles condenando la forma en que el gobierno había debelado el motín. En el Congreso llovieron las protestas, y no sólo de parte de las izquierdas, sino de otros representantes. Recuerdo bien a Fernando Olivera acusando vehemente al gobierno por el asunto. Dijo que Alan García se había lavado las manos como Pilatos, por lo que fue obligado a retirar sus palabras. Y por supuesto, los ojos del mundo estaban en el Perú porque nuestro país era sede de un encuentro de la Internacional Socialista, a la cual pertenecía (¿pertenece?) el APRA. Nadie identificaba en ese momento la condena a una masacre como esa con la defensa del terrorismo.

Pues bien, seis años después, la masacre de Castro Castro ocurre en un momento completamente diferente para el país. Fujimori acababa de dar un golpe de estado. Los líderes del congreso democráticamente elegidos estaban bajo arresto domiciliario. No podían salir de sus casas. No estaban para condenar nada. La prensa, y después lo supimos bien, estaba comprada por Montesinos. No estaban para condenar nada. Y también es verdad que el país tampoco era el mismo. El consenso se había volteado. Condenar la masacre ahora sí era identificado con apoyar el terrorismo. No sólo eso: ahora la misma gente justificaba lo que antes condenaba. He visto cómo no poca, mucha, gente de izquierdas cambio de un día para otro. El 5 de abril por la mañana era de izquierdas y al día siguiente apoyaba y celebraba el golpe de estado de Fujimori. Se había creado un nuevo consenso. Simplemente, para que conste, quisiera recordar que hubo un país diferente, antes de Fujimori y Montesinos, en que algunos principios estuvieron vigentes entre los peruanos y peruanas. Después éstos se perdieron.

De Mónica se dijo mucho también durante su estadía en prisión. Recuerdo que la prensa (¿o alguien?) contó que había salido libre en base a la “ley de arrepentimiento”, pero que en su caso había habido algo turbio. Su familia habría pagado dinero para que salga libre y fuera del país. Se dijeron más cosas: que Mónica había reclutado a mucha gente para Sendero Luminoso, entre ellos Rodolfo Noriega, pero que él, más pobre, se había quedado en prisión, mientras ella, más rica, sí podía pagar para salir; que ella utilizó a Alberto Flores Galindo para ganar acceso al ambiente de las ONGs y hacerles reglajes para después atacarlas. Muchas cosas pueden decirse, pero se necesita un riguroso control de calidad de la información. Los “teléfonos malogrados” abundan y en estos casos más todavía. A la larga poca gente es la que se cuestiona estas cosas. En julio de 1992 sería la masacre de calle Tarata en Miraflores. Todos estábamos conmocionados por la criminalidad y vesania de una masacre como esa, tan cerca de nuestros lugares de residencia. Todos condenábamos y condenamos a Sendero Luminoso. Si algo se quería era acabar con esta plaga, cueste lo que cueste. […]

En el caso de Mónica, el resto es ya historia conocida, pues la he expresado en otros posts. Leyendo la sentencia de la Corte Interamericana vi que había dos grupos: uno defendido por Mónica Feria y otro por otro equipo de abogados que defendía a la cúpula de Sendero Luminoso. ¿Y qué pasó aquí? No sólo eso, sino que el segundo grupo había estado amedrentando al primero. Me percaté de que había habido un cambio, que después se me hizo muy evidente. Todo el debate posterior se concentró en el pasado de Mónica Feria, no así en su posición actual de condena explícita a Sendero Luminoso. Dudo mucho que la gente que concede los premios que Mónica ha ganado en estos últimos años no conozca lo que ahora denuncia, extemporáneamente, cierta parte de la prensa peruana, como Correo, Expreso, y, recientemente La República en base a cuatro testimonios anónimos (no he visto el especial de «Panorama» sobre este tema, por lo que no puedo comentarlo). Creo que los conoce, pero saca conclusiones diferentes a las que sacan estos diarios. Es algo que nos cuesta aceptar. Hay otros criterios. […]

Una vez más, repito que tenemos que pensar en el presente. Si queremos sacar conclusiones prácticas sobre estas experiencias, creo que nos toca dar mensajes claros a las nuevas generaciones. Veo que se sigue idealizando la imagen de un asesino como Ernesto Guevara en camisetas, carteras, calcomanías, etc. ¿Por qué? Entiendo esta idealización, pues hace mucho tiempo yo era parte de ella. Si algo quisiera, es dar un mensaje a las nuevas generaciones: ese no es un camino a seguir. Las injusticias y desigualdades que existen en el país no se resolverán por vías violentas. Los años de desgracias que hemos sufrido son tristemente elocuentes en dejarnos esta lección.

Voy a dejar el tema aquí. Ya he dicho que si se quería recuperar la memoria, he ahí mi memoria.

Observo que la denuncia de un tabloide limeño desencadenó la reacción en otros medios y finalmente el Estado peruano la ha hecho suya. El asunto está oficialmente en el Poder Judicial y es parte de una acusación a nivel internacional. Tocará ver qué desenlace tiene esta denuncia. Como ya he señalado antes, no le auguro éxito alguno.

(Un tema entre paréntesis. En este comentario ya he señalado mi rechazo a que se confunda mi posición con ser una ventana para el terrorismo, que condeno enérgicamente y para nada quisiera que regrese al país. Algunas rencillas, menores en comparación con el tema que nos ocupa, han llevado a algunos a insinuaciones lamentables. Mal.)

Quisiera finalmente, subrayar una vez más que mi posición es sólo representativa de mi persona, no de ningún otro contribuyente a este blog. Cada quien ha dicho lo que tenía que decir sobre este espinoso tema y toda opinión me merece respeto, el mismo que pido para la mía.

Fuente:
Gran Combo Club (blog), oct. 31 de 2007.

3 comentarios:

Silvio Rendon dijo...

A todo esto, el siguiente video les puede interesar:

http://grancomboclub.com/2009/07/el-asesino-de-mas-que-la-ilusion.html

Saludos,

Anónimo dijo...

Monica Feria era de mi promo en la Catolica. No solo era senderista, pero su familia pago por la cirugia plastica que se hizo una vez liberada para escapar a Europa. Las fotos que vemos de ella ahora, recibiendo premios a la libertad y el journalism en Europa, son obviamente fotos suyas despues de la reconstruccion facial. Su familia tenia mucho dinero y compro su libertad. Aqui esta el caso de la impunidad de una senderista convicta y confesa que llego al London School of Economics, vaya justicia no? Como siempre, si tienes plata en el Peru, puedes comprar todo. Incluso pasar de senderista a defensora de los derechos humanos.

Silvio Rendon dijo...

Alguna gente de la Católica es ahora una suerte de nuevos "jueces sin rostro", que acusan sin dar la cara, como en la inquisición y como con Fujimori.