martes, 1 de abril de 2008

CAÍN Y ABEL [17] - por Rafo León

LA LOCA «TORREJA» Y EL MITIN DE VARGAS LLOSA

Puta’on, ¿tú computas a la rayada que vive al fondo de mi quinta? Oe, la loca Torreja, esa que sus viejos no la dejan salir porque le mete pollos a todo el mundo y que, puta’on, en las noches se la pasa gritando que ella es, puta, la dueña de Santa Beatriz y se caga de risa. Puta’on, el otro día me estuve vacilando con ella, chochera, oe, el día que mis viejos y mi mellizo se quitaron al mitin de Vargas Llosa, puta, yo me quedé solo en el jato y me tiré en la cama a pensar en la maqueta que estamos haciendo con Flatulencia y además en un huevo de cosas, chochera. Oe, pensaba que la vida es una cagada, puta’on, que mi vieja tiene miedo de que le nacionalicen el televisor y mi viejo su carcocha. Puta’on, y el que más se caga de pánico es el ganso de Abel que, oe, ha escondido en el fondo del ropero una caja con su chompa, su rosario y cincuenta lucas para que el gobierno no le quite, choche. Puta’on, me estaba dando una depre mostra y en eso escucho un gritó así: “¡Viva yo, viva la reina del barrio, ja, ja, ja, ja, ja!”. Puta’on, y lo repetía como mil veces hasta que me asé y salí a hacer callar a la loca Torreja. En eso me cae un pollo en la cara y veo a Torreja que desde su ventana me saluda con la mano. Tenía una cara súpervacilona y dije, me cago en este sistema alienado de mierda, y me zampé por la ventana al jato de Torreja. Puta’on, llegué hasta la puerta de su cuarto y la abrí, choche. Oe, la loca parecía una chola punk, compadre, con la cabeza que era un chongo y apestando a mierda, puta’on, podía ser fácil la solista de cualquier grupo subterráneo y me sentí bacán. Puta’on, Torreja estaba sola en su jato porque sus viejos estaban con los míos en el mitin, entonces le dije a la loca para salir a la calle a vacilarnos. Puta’on, me contestó que hacía un huevo de años que no veía sus propiedades y nos quitamos, choche. Puta, fuimos donde el Chino Aurelio y le convidé una Fanta. Puta, todo el mundo en el Chino se asustó con la loca cuando empezó a escupirles gaseosa y yo me cagaba de la risa. Después la llevé a la parroquia y el cura Joaquín se asó porque ella se subió al altar y le cagó la misa porque arriba se puso a cantar y a bailar merengue, choche. Puta’on, después fuimos a la esquina y nos quedamos hablando huevadas hasta que apareció Caca Verde y después la Pocha Caracha y nos empezamos a cagar de frío. Fuimos a mi jato, saqué el ron de mi viejo de su escondite y nos pusimos a tocar. Puta’on, hice un tema mostrazo:

Puta’on, estábamos ahí vaciladazos y en eso se abre la puerta: era mi familia alienada por el sistema que regresaba de su huevada, choche. Puta’on, mi viejo estaba chato, mi vieja pálida y el ganso parecía la novia de Vargas Llosa. Puta’on, pero se les acabó la cojudez cuando computaron a Torreja. Abel se metió bajo el sillón porque le tiene miedo y mi vieja la botó con el agua caliente del thermo. Puta’on, vinieron los viejos de Torreja, la amarraron con las tiras de una sábana y se la llevaron, puta’on, y ahí se acabó otro vacilón de Flatulencia…


Ay señor, qué divino, qué divino estuvo todo hasta que apareció el salvaje de Caín en mi vida. Bueno, estuve en el mitin de Vargas Llosa, con decirle que me hizo acordar todo el tiempo al profesor Beltroy, el distinguido señor que me enseña música en la escuela y piano en su residencia. Sólo que Vargas Llosa es un poco más joven y con una mirada dura y tierna que me enloquece, señor. El que me convenció para ir fue justo el profesor, me dijo que este gobierno totalitario nos va a quitar todas las propiedades y se va a comer a los niños, así que hice mi escondite para mis bienes y empecé con la campaña en casa. Ese hombre que es mi padre estuvo de acuerdo porque en la empresa en que se desempeña como vendedor de libros están asustados, le digo, ay señor. Bueno, y a la santa madre que me concibió sí me costó trabajo convencerla, ella me decía que es una mujer de su casa, sin intereses políticos y sin riquezas que perder, pero le dije que si no iba, ese hombre que es mi padre se iba a encontrar en la manifestación con una secretaria de su empresa que se muere por él, y ahí mi madre aceptó de inmediato, señor, porque ella es tan amorosa como celosa. Bueno, señor, el viernes por la noche nos juntamos con unos distinguidos vecinos de Santa Beatriz y tomamos el carro que nos dejó en Carabaya. Llegamos con mucho esfuerzo a la plaza, porque había muchísima gente, toda también de lo más distinguida, y nos dieron banderitas y vinchas. A ese hombre que es mi padre la vincha le quedaba de lo más ridícula pero cuando se puso a gritar “Vargas Llosa es otra cosa”, ya se compuso. Mi santa madrecita parecía una virgen, toda tristecita, sin atreverse a gritar, hasta que la vecina con que fuimos le dijo: “grita, chola, yo igual no sé que hago acá pero es diversión para los pobres”. Ahí se animó un poco y yo lloraba de la emoción de ver a toda esa gente de los barrios más exquisitos que se habían puesto sus mejores galas para ir a vivar por la libertad, señor. Nos ubicamos cerca de la entrada de La Colmena, no muy apachurrados porque yo suspiraba de los nervios de que nos mojara el rochabús. Ese hombre que es mi padre se encontró con otros de su empresa y empezaron a beber cerveza hasta que se embriagaron y sus gritos eran más entusiastas, señor. Lo único que no me gustó fue que un hombre se colocó detrás de mi madrecita y con el cuento de la manifestación empezó a sobársele. Yo ya le iba a acusar a ese hombre que es mi padre cuando salió Vargas Llosa y empezó a hablar y yo casi muero de la emoción. Todo fue maravilloso y el profesor Beltroy, que estaba cerca de nosotros, se emocionó tanto que ya no gritaba las cosas que nos habían dicho sino otras como “Vargas Llosa es un churrote”, fíjese. Bueno, regresamos en el micro con los vecinos y cuando llegamos a la casa sentimos desde la calle una bulla infernal. Todos supusimos que era el brutal de Caín con sus espantosos amigos haciendo sus porquerías como siempre. Para que mi madrecita no se pusiera mal le pasé un papelito con un verso lindo que yo había escrito durante la manifestación:

Bueno, señor, y casi fallezco de pánico cuando dentro de la casa vi a la loca Torreja, esa demente del barrio que es una desgraciada. Me tuve que meter debajo del sillón, mientras el salvaje de mi hermano se reía como un diablo. ¡Qué diferencia con toda la belleza y distinción que habíamos visto en el mitin…!

Fuente:
¡No!, suplemento humorístico del semanario (Lima), Nº 28, págs. 6-7, ago. 31 de 1987. Las caricaturas son obra de Juan Acevedo.

1 comentario:

Mixelandro dijo...

Que Increíble material! Los Felicito por recuperar esta joya de la literatura urbana !!! maestro Rafo León !